Del Pacho al Mago: Una década de posibilidades

Para toda la generación post-muro, en el 2000, para ser exactos el 30 de marzo de ese año, se inició la primera justa eliminatoria con miras al mundial que veríamos y seguiríamos fervientemente, acompañados del fuerte ímpetu masoquista que caracteriza a los futboleros peruanos.

Equipados con todo tipo de amuletos y cábalas, camisetas rojo y blancas made in gamarra y las primeras hojas de cálculo de Excel, los nuevos hinchas peruanos recibimos la batuta para seguir con la angustiante agonía de apoyar a nuestra selección en vivo y por tv, en los 1620 minutos de fútbol que duraba esa serie de eventos desafortunados, que se repite una y otra vez cada cuatro años y al que llamamos eliminatorias sudamericanas.

Por alguno u otro motivo siempre se justificó la expectativa creada por la prensa con fines lucrativos.

La primera vez. Teníamos nuestra revancha luego de quedarnos fuera por diferencia de goles del mundial del 98. Con los chorrigolazos, los disparos certeros del maestrito, la vuelta del chemo y la aparición de jóvenes figuras como Pizarro y Mendoza, Perú ya tenía un pie adentro de Corea y Japón 2002. La historia fue la misma: ganamos un par de partidos, recibimos sendas goleadas y Perú no fue a ningún mundial.


La Era Autori. Esta vez se trataba de un equipo con mucha experiencia. La mayoría de jugadores había participado de la mayor parte de la eliminatoria pasada, Cienciano se acababa de consagrar campeón de la copa sudamericana y se encontraba en pleno desarrollo un cambio generacional en la selección. Fue durante este proceso que se popularizó la frase “matemáticamente posible” y los peruanos soñamos más de una vez con resultados improbables que nos llevarían a tierras del führer. Una vez más, nos tocó ver el mundial por TV y apoyar a los representantes sudamericanos.

La selección parrandera. Según palabras del propio técnico, José Guillermo Del Solar, para la eliminatoria rumbo a Sudáfrica 2010 contábamos con la mejor generación de futbolistas de los últimos 50 años. Nuestras estrellas brillaban más que nunca en el viejo continente. Tres partidos después, nuestras posibilidades de clasificar se habían esfumado por completo, luego de un acto de indisciplina realizado en el hotel Golf Los Incas por seis de las principales figuras de nuestra selección. Tiempo después, en la misma eliminatoria, se recuperó la esperanza por un nuevo grupo de jugadores que parecía mantener una actitud distinta para afrontar los compromisos que restaban. El resultado: Más matemática, menos resultados y una hinchada derrotada y humillada nuevamente.

El Mago. Sergio Markarián llegó con bombos y platillos a Perú. Grandes camapañas con Universitario de Deportes y Sporting Cristal en la década del 90, además de haber clasificado a la selección paraguaya al mundial del 2002, fueron sus cartas de presentación. Rápidamente, Markarián aceptó cuanta entrevista le ofrecieron, firmó cuanto contrato publicitario se le cruzó y se dedicó a vender ilusiones y cuentos a cuanto peruano desprevenido pudo encontrar. Una copa América engañosa hizo pensar a los peruanos que el cambio se había realizado y esta vez sí, estábamos listos para algo grande. ¿Un gran cambio con la misma directiva, los mismos jugadores, la misma actitud? ¿Es eso posible?

Perú campeón duró solo un par de meses. En el segundo partido de las eliminatorias fuimos goleados por Chile y en el tercero fuimos superados largamente y humillados por un timorato equipo ecuatoriano. El mago demostró no tener control frente a sus jugadores luego de nuevos actos de indisciplina de Pizarro y compañía y los hinchas siguen imaginando que hubiera pasado si Chiroque cruzaba ese remate.

Así se vive el fútbol en Perú, con calculadora en mano, con gritos 30 años ahogados, con la ingenuidad de un niño y con la esperanza de quien no puede más que soñar. ¡Arriba Perú!

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